IMPACTANDO DESDE LAS URBES, LA ESTRECHA RELACIÓN ENTRE EL SER HUMANO Y EL PEQUÉN.
El impacto humano sobre la biosfera hoy en día no tiene precedentes y no hay especie animal que no se vea afectada por nuestro actuar. Para hablar de esto, tomaré como ejemplo al Pequén (Athene cunicularia cunicularia), que corresponde a una especie que me encanta, un de las primeras aves rapaces que avisté en mis inicios como observador de aves, también una de las primeras que fotografié. De esta forma, espero ayudarlos a comprender, que también podemos impactar a la fauna sin alejarnos mucho de nuestras casas.
En Chile, podemos ser testigos oculares de siete especies de Strigiformes (Búhos y lechuzas), encontrando especies tan bellas como el Tucúquere, el Nuco, la Lechuza, el Concón, el Pequén, el Chuncho austral y el Chuncho del norte, siendo este último el más pequeño de todo este grupo.
El Pequén, corresponde a una de las más comunes de avistar y se trata de un pequeño búho que tiene un comportamiento bastante particular a diferencia de sus primos, es en esencia diurno y excavador.
“Uno de los primeros encuentros que tuve con el Pequén, fue de una familia, con polluelos, eran 5, que tenían pocas semanas, ya salían a tomar sol solos mientras sus padres buscaban alimento, ellos solo esperaban mientras miraban la figura de ese humano que los observaba a la lejanía, algunos afuera de su cueva más osados, otros más tímidos resguardándose más adentro en su madriguera, cubiertos con un techo hecho de un trozo de cemento que habían dejado en una zona de sacrificio, terreno que compartían con tiuques, queltehues, zorzales y golondrinas. Fue un momento bello, pero a la vez triste, el contraste entre la tierra, las hierbas y el trozo de cemento me hizo comprender lo tolerantes que eran con nosotros los humanos. Ellos nacieron y eran criados a metros de construcciones con alta actividad humana, pero a ellos parecía no importarles, hacían sus vidas de pequenes. Temporada tras temporada iba a visitarlos y lograba ver nuevas camadas de pequenes, a los relevos, grupos nuevos de pequenes ocupando siempre las mismas madrigueras, al inicio eran 3 familias dispersas, hoy solo queda una y no se si encontraré una nueva camada esta temporada.”
Pareja de pequenes, fuera de su madriguera. Joel Cabezas S. ©
Cuenta la leyenda, que Atenea (Diosa griega de la guerra y la sabiduría), recibió a un mochuelo (pequeño búho), el cual le permitía ver de noche, lo que le brindaba ciertas ventajas, ya que nada se le podía escapar, por más encubierto que estuviese la criatura. Se decía que la misma Atenea tenia ojos grandes, con una mirada penetrante como la de los mismísimos mochuelos, lo cual le daba una apariencia de perspicacia y sabiduría. De ahí es que viene el nombre científico de esta ave, de la Diosa Atenea, siendo nuestro mochuelo en Chile, el Pequén. Mientras que su segundo nombre cunicularia proviene del latín, y que corresponde a una palabra compuesta de Cuniculus: minero, cavernario, excavador (haciendo referencia a una galería subterránea) y aria: que pertenece a, es por eso que Athene cunicularia, se traduciría como el Athene excavador, o Athene cavernario.
Polluelo de Pequén descansando al atardecer. Joel Cabezas S. ©
Por otro lado, nuestros pueblos originarios Mapuches, le llamaban Pequea, del Mapudungun, que significa “mochuelo”, nosotros heredamos ese nombre y lo transformamos en Pequén, es así como este pequeño búho, ha estado presente desde tiempo muy arcaicos en mitos y también en nuestro folklore, pero hoy están presente en algo desfavorable para ellos, en nuestras selvas de cemento.
El Pequén, siempre ha tenido una relación muy estrecha con asentamientos humano ya que muchos de ellos habitan zonas insertas en las urbes, en pequeños reductos de tierra rodeadas de cemento, pero esa estrecha convivencia ha llevado a esta bella ave, a estar en un peligro constante.
Este es un búho que vive y anida en madrigueras, obtenidas generalmente de manera oportunista, ya que utiliza cuevas excavadas por otros animales, como mamíferos (conejos, por ejemplo), pero también ha adquirido a través de su evolución, la capacidad de excavar sus propias cavernas, lo cual genera que utilice zonas abiertas que también son el hábitat de otros animales excavadores, llevándolos a vivir en terrenos destinados a plantaciones o terrenos próximos a zonas urbanas.
En este sentido, la constante expansión de las ciudades ha generado a que estos animales pierdan cada vez más terreno, en algunos casos quedando casi en el patio trasero de construcciones humanas. La perturbación de estos hábitats y la estrecha cercanía con el hombre, son una de las principales amenazas, lo que genera pérdidas importantes en la población de los Pequenes, como, por ejemplo, la presencia de turbinas eólicas, alambres de púas, cazadores, colisiones con vehículos, la actividad agrícola que hace colapsar sus madrigueras, perros, pesticidas y el envenenamiento de sus presas, entre otras muchas causas asociadas a actividad humana.
Madrigueras en zonas abiertas donde habitan los pequenes, muchas veces en conjunto con conejos. Joel Cabeza S. ©
A pesar de que el Pequén, parece ser tolerante a la actividad humana, hay situaciones en las que se ve perturbada su vida llevándolos a dejar las zonas que habitan o peor aún, dejar huevos o polluelos. Por ejemplo, se ha observado que los Pequenes se dispersan o mueven de su hogar en sitios donde se comienzan a construir viviendas o espacios habitables adyacentes a sus madrigueras, cuando se irrumpe en sus madrigueras con motivos de investigación, la instalación de cámaras en el interior de sus madrigueras, el uso de radios tipo mochilas o desenterrar madrigueras para estudiar la anidación, son algunas de las situaciones que generan efectos negativos sobre las poblaciones de Athene cunicularia en América entera, llevándolas a dejar sus terrenos, madrigueras en incluso sus nidos.
Lamentablemente, Chile no está exento de esos problemas que afectan a las poblaciones de Pequenes y a la fauna en general. En algunos sitios del mundo como Estados Unidos, Canadá y México, se ha visto una disminución de la población de A. cunicularia o el desplazamiento de sus territorios, mudándose a otras zonas, pero para determinar la situación poblacional en la que se encuentran en nuestro país, se requieren programas de monitoreo a largo plazo y a gran escala (situación replicable a muchas otras especies de gran valor), pero mientras ocurre todo eso, es imperante la educación de la población respecto a conocer las especies que habitan nuestro país y de esa forma poder protegerlas, “conocer para proteger” es el lema.
Por Joel Cabezas S.
Ph.D in Veterinary Sciences.
@chilean_birds (Instagram)
Julio de 2020